Los pasos del desarrollo de sistemas tradicional pueden variar entre compañías, pero la mayoría de los enfoques siguen cinco fases comunes: investigación, análisis, diseño, implementación, y mantenimiento y revisión.
Durante la fase de investigación de sistemas, se identifican los problemas y oportunidades potenciales, considerándolos en relación con las metas de la empresa. Se busca responder preguntas como: «¿Cuál es el problema?» y «¿Vale la pena resolverlo?» El resultado principal es un proyecto de desarrollo definido, acompañado de enunciados de problemas u oportunidades empresariales, asignación de recursos organizacionales y recomendaciones para el análisis de sistemas.
El análisis de sistemas se centra en responder la pregunta: «¿Qué debe hacer el sistema de información para resolver el problema?» Esta fase implica estudiar los sistemas y procesos de trabajo existentes para identificar áreas de mejora, fortalezas y debilidades. El resultado es una lista de requisitos y prioridades.
En la fase de diseño de sistemas, se busca responder: «¿Cómo hará el sistema de información para realizar lo que debe hacer y solucionar el problema?» Se produce un diseño técnico que describe el nuevo sistema o las modificaciones a los sistemas existentes, detallando resultados, salidas e interfaces de usuario, especificaciones de hardware, software, base de datos, etc.
La implementación de sistemas implica la creación o adquisición de los componentes del sistema detallados en el diseño, su ensamblaje y puesta en funcionamiento, incluida la capacitación de usuarios. El resultado es un sistema operativo instalado que cumple con las necesidades empresariales.
El mantenimiento y la revisión de sistemas tienen como objetivo garantizar que el sistema continúe satisfaciendo las necesidades cambiantes de la empresa.
El SDLC tradicional proporciona un alto grado de control administrativo, pero uno de sus principales desafíos es que los usuarios no interactúan con la solución hasta que está casi completa.